Es importante concebir la agenda climática como un componente integral y material del negocio, no como una iniciativa aislada.
Hace apenas unos años, las expectativas de sostenibilidad ambiental de las empresas se limitaban a medir y reportar emisiones. Hoy ese mundo quedó atrás, pues la demanda de consumidores e inversionistas ha evolucionado hacia el llamado net zero o neutralidad climática, un concepto bajo el cual las empresas, además de reducir sus emisiones, compensan las que generan por medio de estrategias de captura de carbono.
La tendencia hacia net zero surge como respuesta a la necesidad urgente de limitar el aumento de la temperatura global a 1,5°C, con el fin de mitigar los impactos del cambio climático sobre las personas, los bienes y las empresas. A medida que aumenta la temperatura global, aumenta la severidad y la frecuencia de eventos climáticos tales como sequías e inundaciones. De acuerdo con la Organización Panamericana de la Salud, en Centroamérica, 6.5 millones de personas fueron afectadas por los huracanes Eta e Iota en noviembre de 2020 exacerbando la crisis humanitaria y social causada por la pandemia del Covid-19.
La crisis humanitaria y económica desencadenada por la pandemia ha hecho que la escala y la velocidad de la transformación económica alrededor del net zero haya pasado, en cierta forma, desapercibida a nivel global y nacional. Sin embargo, estamos siendo testigos de un cambio significativo en la forma como las entidades y los líderes del mundo financiero y del gobierno están respondiendo a la necesidad de emprender acciones relacionadas con el clima:
- Hoy en día, más de la mitad del PIB global se genera en países que tienen mandatos de net zero.
- El capital enfocado en la innovación de tecnologías de bajas emisiones de carbono ha aumentado, lo cual ha permitido que estas sean más accesibles para todas las industrias.
- Muchos administradores de fondos y bancos globales y regionales han incluido como requisito para las empresas en las que invierten, o a las que les prestan, tener un modelo de negocio compatible con la economía net zero.
- Los líderes globales ya están incorporando el riesgo climático en sus estrategias: 20 por ciento de las principales empresas multinacionales –equivalentes a 14 billones de dólares anuales en ventas– han anunciado planes de alcanzar net zero en el 2050.
Estos cambios exógenos y de preferencias de los inversionistas, acompañados de cambios tecnológicos y de regulación, conducirán a una de las mayores reasignaciones de capital que hayamos visto, al transferir riqueza acumulada entre industrias y fronteras hacia inversiones y compañías con estrategias para alcanzar, y apalancar, la economía net zero. Por ejemplo, en los primeros seis meses del año, la iniciativa Net Zero Asset Managers, lanzada en diciembre de 2020, ha convocado a 128 inversionistas que administran colectivamente activos por 43 billones de dólares.
Por otra parte, los mercados de capital ya están incluyendo el riesgo climático de las compañías como factor decisivo en la asignación y costo del capital. De hecho, un análisis de McKinsey muestra que las empresas de energía de bajas emisiones de carbono acceden a costos de capital inferiores a los de sus pares en el sector de petróleo y gas.
Para las grandes empresas que cotizan en bolsa, particularmente en los principales mercados globales, la transición a una economía net zero ya superó el punto de inflexión. Las presiones para reducir las emisiones de carbono de sus cadenas de suministro, sus operaciones y productos y sus servicios son cada vez mayores, y se espera que esta presión se extienda próximamente a empresas medianas y pequeñas.
Las siguientes son seis acciones concretas que los líderes empresariales pueden poner ya mismo en su agenda para posicionar sus empresas a la vanguardia de la transición hacia una economía net zero:
1. Invertir tiempo y recursos en entender la transición a net zero y las implicaciones para su empresa. Una buena estrategia es ofrecerles a los principales ejecutivos de la organización, y a los miembros de la junta directiva, un crash course sobre los principios básicos del cambio climático y la intersección con su industria.
2. Crear un plan para alcanzar net zero en el 2050 e incorporarlo al plan estratégico de la compañía. Es importante concebir la agenda climática como un componente integral y material del negocio, no como una iniciativa aislada de responsabilidad empresarial. Por eso es esencial convocar a los principales líderes de la organización, con el fin de definir una estrategia, establecer metas ambiciosas y medir el desempeño de manera periódica.
3. Identificar las implicaciones de la transición climática en el portafolio. En el marco de la transición a net zero, es importante identificar oportunidades para crear nuevos productos o unidades de negocio, así como activos con alta huella de carbono asociada, que puedan implicar un riesgo para la compañía, y cómo abordarlos.
4. Innovar (evidentemente). También es importante identificar las tecnologías de vanguardia de la industria y entender cómo pueden fortalecer nuestra estrategia. Asimismo, se puede tratar de innovar más allá de las medidas tradicionales de ahorro de agua o energía, y explorar maneras radicales de disrumpir el negocio.
5. Actuar de manera ágil. Es importante empoderar a los ejecutivos para que implementen estrategias de acción climática, a pesar de que no tengan una información perfecta. Por otra parte, muchas soluciones climáticas a gran escala implican concesiones de algún tipo, y por eso es clave evaluar y ajustar la estrategia de manera periódica, con el fin de adaptarse a la incertidumbre.
6. Ser proactivo a la hora de comunicar la estrategia. Al aproximarse a inversionistas y consumidores, o explorar nuevos mercados, es clave visibilizar las acciones que se están tomando y su impacto.
El reto y la oportunidad son claros para que los líderes de la región actúen con celeridad para adaptar su estrategia.