Los objetos digitales que incluyen un registro de autenticidad (NFT) se han convertido en un tema de debate en el mundo del arte y también de las grandes marcas, que quieren controlar sus derechos de imagen en internet.
La multinacional Nike presentó el pasado jueves una demanda en Nueva York contra la plataforma StockX, que había creado fichas NFT (acrónimo en inglés por los ficheros informáticos con los que se registran las obras digitales).
El mes pasado fue la marca de lujo Hermès la que interpuso en Nueva York una demanda contra el artista Mason Rothschild, que vendió en subasta 100 “MetaBirkins”, es decir, reproducciones digitales de un bolso de la marca, registradas con NFT.
El caso Hermès es complejo, puesto que se produce en Estados Unidos, donde la creación artística es protegida por la primera enmienda a la Constitución, que estipula la libertad de expresión, explica la abogada Annabelle Gauberti, del gabinete Crefovi en París.
Gauberti recuerda un caso que aconteció hace una década, cuando la marca Louis Vuitton perdió una demanda contra un artista holandés que incluyó uno de sus bolsos en una foto con un refugiado de Darfur.
En los tribunales estadounidenses y británicos “el argumento del uso artístico (de una marca) acostumbra a funcionar bien”, añade Gauberti.
Pero en el caso del artista Mason Rothschild esa defensa podría verse seriamente afectada por el hecho de que el artista ganó decenas de miles de dólares con esos bolsos destinados al metaverso. “Su equipo jurídico tendrá que emplearse a fondo”, advirtió esta abogada.
En el caso de Nike, es un asunto directamente comercial, ya que StockX nunca pretendió que sus NFT fueran obras de arte.
“Está por ver hasta dónde llega la protección [del derecho intelectual] en el mundo digital, así como las soluciones que se pueden encontrar”, explicó la abogada Danielle Garno en una nota para el blog Lexology.
En una respuesta a Hermès que publicó en Twitter, Rothschild compara sus “MetaBirkins” con la célebre pintura de Andy Warhol que representa unas latas de sopa Campbell (1962).
“El hecho de que yo venda arte mediante NFT no cambia el hecho de que se trata de arte”, indica.
Edward Lee, que dirige un programa sobre propiedad intelectual en la facultad de Derecho de Chicago-Kent, disiente de esta comparación.
En un artículo publicado en Bloomberg Law, este especialista advierte que la marca Campbell no tenía previsto introducirse en el mundo del arte. Mientras que Hermès sí podría estar interesada en vender artículos digitales, mediante sus propios NFT.
Un NFT no es algo tangible, sino un fichero informático, una prueba de autenticidad que sus defensores aseguran que es indestructible, puesto que son ristras de números y letras que son inscritos en servidores informáticos.
“Mucha gente cree que cuando se habla de NFT el contenido está dentro de la ficha, pero no es así”, recuerda Primavera De Filippi, coautora del libro “La cadena de bloques y el Derecho”, en la revista Business of Fashion.
Hermès exige al artista Mason Rothschild que destruya sus “MetaBirkins”, que la plataforma de criptoarte OpenSea aceptó retirar de la venta.
Pero los problemas legales no se acaban ahí, puesto que las personas que ya pagaron miles de dólares por uno de esos bolsos digitales, ¿podrán venderlos luego?.
“En términos de derecho, es el salvaje oeste”, resume Gauberti.
La única solución es que las marcas creen sus propios NFT. Eso fue lo que hizo Nike al comprar la empresa RTFKT, especializada en la concepción de zapatillas de deporte virtuales, en diciembre pasado.
“El ataque es la mejor defensa”, aconseja Gauberti. “Pero por el momento esas marcas aún dudan, porque lo esencial de su actividad siguen siendo los productos materiales, y esperan a ver si el metaverso arrancará”, indica.