A 54 días para que termine el año, los organismos internacionales comienzan a analizar las perspectivas económicas y sociales para 2023.
Las presiones inflacionarias que han caracterizado el año 2022, producto de la guerra de Rusia contra Ucrania, que ha encarecido los alimentos y ha provocado cambios en las cadenas de suministro, seguirán presionando el rumbo económico del mundo postpandemia.
El Fondo Monetario Internacional (FMI) alertó recientemente que crece el temor de la recesión mundial. “Lo peor aún está por venir. Y muchas personas sentirán el 2023 como una recesión”, fue la advertencia hecha por el economista jefe del Fondo Monetario Internacional (FMI), Pierre-Olivier Gourinchas en octubre.
Según el FMI la inflación en Panamá será del 3% en 2023 luego de cerrar en 4.4% este año, mientras que en Centroamérica llegará a 7.8% este año y 4.4% en 2023.
Un nuevo informe del Banco Mundial sobre Commodity Markets Outlook (Perspectivas de los mercados de productos básicos) agrega más advertencias, al señalar el incremento en los precios de los productos básicos, tanto alimentos como materias primas esenciales para la producción agroalimentaria, podría prolongar las presiones inflacionarias principalmente en los países en desarrollo entre los que están los latinoamericanos.
“La disminución del valor de las monedas de la mayoría de las economías en desarrollo está incrementando los precios de los alimentos y los combustibles, lo que podría profundizar las crisis alimentaria y energética que muchas de esas economías ya enfrentan”, advierte el Banco Mundial.
Refiere el informe que los altos precios de los productos básicos energéticos que sirven de insumos para la producción agrícola ha impulsado el alza de los precios de los alimentos.
La inflación de los alimentos, en promedio en América Latina y el Caribe se situó entre 12% y 15% en los primeros tres trimestres de 2022 dice el banco Mundial.
“Si bien los precios de muchos productos básicos ya no están en sus valores máximos, siguen siendo altos en comparación con el nivel promedio registrado en los últimos cinco años”, declaró Pablo Saavedra, vicepresidente de Crecimiento Equitativo, Finanzas e Instituciones del Banco Mundial.
El ejecutivo del BM advirtió que una nueva alza de los precios internacionales de los alimentos podría prolongar los desafíos asociados a la inseguridad alimentaria en los países en desarrollo. “Es necesario aplicar diversas políticas que promuevan la oferta, faciliten la distribución y respalden los ingresos reales”, sostiene.
A este panorama se agrega que el Banco Mundial estima que el precio del petróleo crudo Brent alcanzará un promedio de 92 dólares el barril en 2023.
“En muchos países, la combinación de precios elevados de los productos básicos y persistentes depreciaciones monetarias se traduce en un aumento de la inflación”, señaló Ayhan Kose, economista en jefe de Crecimiento Equitativo, Finanzas e Instituciones y director del Grupo de Perspectivas del Banco Mundial, que elabora el informe Commodity Markets Outlook.
El temor de una recesión económica mundial, que puede contraer aún más el consumo y la actividad de producción de bienes y servicios en los países en desarrollo, producto también del alto costo del financiamiento por el alza de las tasas de interés representa una tormenta perfecta principalmente para la población de bajos recursos.
¿Quiénes serán los más afectados?
El mayor impacto tanto de la inflación de alimentos como de una recesión, lo sentirán las familias y personas en situación de pobreza, advierte el economista panameño Horacio Estribí.
“Aunque la inflación pueda disminuir, es decir, que no esté en niveles tan elevados como este año, puede continuar la presión social, como consecuencia de un factor fundamental; y es que en nuestros países hay mayor nivel de pobreza y de inequidad, y por ende la sensibilidad al tema de la inflación es mayor que en otros países”, explica Estribí.
Agregó que en Panamá como en muchos países de la región los pobres destinan una mayor porción de sus ingresos a comprar alimentos y pagar transporte, por lo que cualquier variación internacional en los precios de los alimentos y de los combustibles fósiles debe observarse con cuidado.
Aunque los precios bajen ligeramente o exista un subsidio, igual este segmento de la población es muy sensible a cualquier variación.
Por su parte, el economista Ernesto Bazán, también agrega que la inflación seguirá siendo un factor determinante por lo menos por los dos próximos años y tomará algún tiempo recuperar la normalidad en la variación y estabilidad de los precios.
“En Panamá somos una economía dolarizada y paralelamente a la inflación se ha revalorizado el dólar. Cómo Panamá es importador neto, podríamos esperar que podamos comprar un poco más de bienes y servicios que puede por un lado contrarrestar los efectos de la inflación, pero seguirá la presión sobre el ingreso de las familias”, agrega Bazán.
Considera que aunque el país pueda tener un mayor poder de importación, la inflación internacional seguirá contagiando la economía panameña y habrá más presión en el presupuesto de las familias principalmente en el segmento de alimentos.
“Continuarían las presiones en la canasta de alimentos y eso se sumará al incremento de tasa de interés que afectará a las familias que tienen un alto nivel de endeudamiento”.
Bazán recomienda reducir los niveles de las deudas, priorizar los gastos y reestructurar o consolidar esas deudas.
Felipe Chapman, economista de la firma Indesa, es optimista frente a las proyecciones del FMI y el Banco Mundial. Cree que el mayor impacto inflacionario ya lo vivió el país este año. “Somos más cautelosos porque el incremento en las tasas de interés va a pegar a Panamá y eso puede debilitar la demanda global de bienes y servicios y puede provocar que los precios estén más moderados o incluso hacia la baja”.
Sostuvo que el efecto inflacionario en Panamá se siente con mayor peso en el costo del combustible que por ahora pareciera que está controlado por el subsidio. Pero esto también implica una presión en el endeudamiento del Estado que ha tenido que destinar más presupuesto para este concepto.
Tanto Estribí como Chapman coinciden en que 2023 será un año de mayor crecimiento para Panamá. Las previsiones del Banco Mundial señalan que la economía en Centroamérica crecerá a una tasa de 4% al cierre de este año y en 2023 de forma más moderada a una tasa 3.3%.
Para el caso de Panamá, el organismo multilateral calcula que el producto interno bruto crecerá 6.2% en 2022, una cifra que contrasta con el 15.3% de crecimiento del PIB de 2021 como efecto rebote, luego de la paralización por las medidas adoptadas por la pandemia. Para 2023 las previsiones de crecimiento apuntan a 5%.
¿Qué pasará con los precios de los alimentos?
El Banco Mundial prevé que los precios agrícolas disminuirán 5% en 2023. Sin embargo, la incertidumbre es muy grande, ya que la reducción esperada depende de múltiples factores que hoy no están bajo control.
“La caída de los precios agrícolas prevista para 2023 refleja un cultivo mundial de trigo mejor que el proyectado, un suministro estable en el mercado del arroz y la reanudación de las exportaciones de cereales de Ucrania. Se prevé que en 2023 los precios de los metales disminuirán un 15 %, en gran parte debido al menor crecimiento mundial y al temor de que la economía china se desacelere”; se explica en el informe del Banco Mundial.
Sin embargo, advierte John Baffes, economista superior del Grupo de Perspectivas del Banco Mundial que las estimaciones de una disminución de los precios agrícolas está sujeta a una gran cantidad de riesgos entre ellos los obstáculos que puedan presentarse para garantizar las exportaciones de Ucrania o Rusia, lo que podría nuevamente interrumpir el suministro mundial de cereales.
Otro factor que menciona es el de los aumentos adicionales de los precios de la energía que podría impactar y presionar el incremento en el costo de los cereales y los aceites comestibles. Y en tercer lugar, los efectos climáticos que pueden impactar los cultivos y por lo tanto perjudicar el rendimiento de las cosechas en América del Sur y África.
La FAO en su reciente reporte mensual detalla que el índice de precios de los alimentos a nivel internacional, al cierre de octubre, se situó en un promedio de 135.9 puntos, prácticamente sin variaciones desde septiembre (136 puntos).
En general los precios de los alimentos a nivel internacional ha registrado una disminución de 23.8 puntos (14.9% menos), desde el valor máximo alcanzado en marzo de este año cuando el índice estaba en 159.7 puntos. Sin embargo, el indicador se mantiene 2.7 puntos por encima del valor registrado en octubre de 2021 cuando el índice fue de 133.2 puntos.
Por grupos, los cereales son los que más incremento registran. En octubre los precios de los cereales se ubicaron en 152.3 puntos, 4.4 puntos o 3% más que en septiembre y 15.2 puntos (11.1%) por encima de su valor de hace un año.
Los precios internacionales de los cereales secundarios aumentaron 3.5 % respecto del mes anterior, como consecuencia de una subida del 4.3 % de los precios mundiales del maíz. “El aumento de los precios del maíz obedeció a las perspectivas de disminución de la producción en los Estados Unidos y la Unión Europea (UE) y la incertidumbre sobre la continuidad de las exportaciones de Ucrania”, detalla el informe de la FAO.
En el caso del sorgo que se utiliza para los alimentos balanceados para animales (avícolas, porcinos, ganadería pecuaria), los precios internacionales también aumentaron 3% en octubre, influenciados por la fortaleza de los precios del maíz.
Por su parte, los precios internacionales del arroz mantuvieron su tendencia al alza en octubre. En contraste en octubre se registró una caída en los índices de los aceites vegetales, los productos lácteos, la carne y el azúcar.