La producción textil en Alsacia, en el este de Francia, parecía algo del pasado pero podría convertirse en uno de los motores de la transición ecológica con una producción 100% local.
Cerca del macizo de los Vosgos, Pierre Schmitt, jefe del grupo Velcorex Emmanuel Lang, recorre sus fábricas instaladas en varias hectáreas del pueblo de Saint Amarin, en el departamento del Alto Rin.
En estos vastos locales, decenas de máquinas, a veces de más de 70 metros de largo, cortan, separan, secan, cepillan, blanquean o tiñen los tejidos.
La maquinaria se conservó in extremis cuando este empresario de 68 años se hizo cargo de antiguas empresas textiles locales, que en los años 2010 estuvieron a punto de cerrar.
“Yo soy normal, no me gusta el desperdicio. Los locos son aquellos que abandonan los conocimientos técnicos y las máquinas resultado de décadas de experiencia, afirmando que es la fatalidad”, explica.
“Por desgracia, en Francia hay un laxismo generalizado. El país se equivoca dejando partir su industria”, asegura.
Casi 20 años después de que las últimas hilaturas de lino francesas abandonaran el país, su grupo logró, hacer regresar la maquinaria desde Hungría y reabrió una hilatura en Hirsingue (Alto Rin) en 2020.
“Hoy somos los únicos que podemos decir que el lino, producido en Francia, es hilado aquí, tejido aquí y ennoblecido aquí”, se felicita.
La primera colección resultante de esta producción íntegramente francesa, con vaqueros, chaquetas y pantalones de terciopelo de lino, se presenta en el salón Made in France de París hasta el 14 de noviembre.
Además de su grupo, que ahora emplea a 150 personas y sigue contratando personal, Pierre Schmitt se alegra de ver el sector estructurarse en Francia, que es el primer productor mundial de lino textil.
En Alsacia, el grupo quiere movilizar a las escuelas de ingenieros textiles, creadas en la época de la revolución industrial, para desarrollar proyectos de investigación.
“La proximidad es la condición indispensable para crear un ecosistema de innovación. Es lo que estamos haciendo”, asegura Schmitt. “Estoy convencido de que pronto podremos depositar patentes”.
Producción textil del grupo Velcorex Emmanuel Lang. Foto tomada de Internet.
Su ambición es diseñar nuevos materiales.
Mezcladas con resinas, las fibras textiles pueden sustituir a algunos plásticos, derivados del petróleo y fibras de vidrio y carbono.
“La fibra de vidrio no tiene ninguna flexibilidad, es inerte, se rompe al menor choque”, explica Christian Didier, director de la filial Emmanuel Lang. “En cambio, el lino tiene varias ventajas ya que es más ligero, reciclable, y absorbe los golpes”.
Las aplicaciones de estos materiales compuestos son múltiples, entre ellas el aislamiento térmico y acústico de los edificios.
Para llevar a cabo todos sus proyectos, el grupo piensa “a largo plazo” pero tiene dificultades para reunir los fondos necesarios para sus inversiones.
“Es cierto que la falta de medios nos ha frenado, ya hemos perdido dos o tres años”, estima Schmitt, que había hipotecado su casa para financiar las primeras actividades del grupo.
Su grupo está buscando 10 millones de euros (11,4 millones de dólares) para nuevos desarrollos y está elaborando soluciones alternativas.
También puso en marcha una financiación participativa y obtuvo además 2,6 millones de euros (casi tres millones de dólares) del Estado en el marco del plan de recuperación.
Sin embargo, esta ayuda no es suficiente para completar el presupuesto. “Para completar la financiación, necesitaríamos a los bancos, pero como las empresas que hemos adquirido perdieron dinero en el pasado, y encima se trata del sector textil, tenemos dos enormes prejuicios que juegan en nuestra contra”, dice Schmitt.