El futuro de la educación en medio de la pandemia, la óptica de la Unicef

El futuro de la educación en medio de la pandemia, la óptica de la Unicef

El futuro de la educación en medio de la pandemia, la óptica de la Unicef




Kyungsun Kim, representante del Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia o Unicef, hace un diagnóstico de la situación de la educación en Panamá y la región y cuáles son los desafíos que enfrenta el sistema educativo pero también el capital humano y las empresas.

¿Con la pandemia cuál es el diagnóstico que arroja el sistema educativo regional y panameño de educación primaria es decir qué falencias presenta?

En América Latina y el Caribe, cada país al inicio de la pandemia adoptó medidas de cierre preventivo en los centros educativos y recurrió a alternativas de educación a distancia a medida que fue transcurriendo el tiempo de cuarentena, dentro de las que se destacan: clases por radio y/o televisión, uso de materiales digitales en plataformas, entrega de material físico, entrega de paquetes de alimentos, entre otros.

A la fecha, la mayoría de las escuelas se mantienen cerradas, afectando a más de 141 millones de niños, niñas y adolescentes, lo que representa más de un 80% del total de los estudiantes matriculados en la región. Esta afectación tiene un mayor impacto en los niños, niñas y adolescentes que viven en condiciones de pobreza. En el contexto de Panamá 631 mil niños, niñas y adolescentes de escuelas oficiales y alrededor de 100 mil de escuelas particulares han sido afectados por la suspensión de clases.

En términos generales los principales retos que han debido afrontar los sistemas educativos en la región, incluido el de Panamá, en el contexto de la respuesta a la emergencia se resumen en: la necesidad de construir protocolos de actuación y currículos priorizados y flexibles en poco tiempo, generar procesos de capacitación al personal en currículo y uso de herramientas virtuales de aprendizaje, gestionar el acceso a plataformas y/o recursos físicos de aprendizaje a partir de la adaptación curricular y el levantamiento de información para la toma de decisiones, con sistemas de información no conectados, entre otros.

Estos desafíos conllevan a la necesidad de unir esfuerzos y apoyar a los Ministerios de Educación en el marco de la pandemia por Covid-19, de tal manera que les permita diseñar y/o fortalecer la política educativa con enfoque de inclusión, para que ningún niño, niña y adolescente se quedé atrás. Las intervenciones gubernamentales, deben contemplar acciones claras que permitan la disponibilidad, el acceso y el uso de materiales y contenidos en diferentes formatos, que involucren a todos los actores del sistema educativo.

El futuro de la educación en medio de la pandemia, la óptica de la Unicef

El futuro de la educación en medio de la pandemia, la óptica de la Unicef

¿Qué soluciones plantea la Unicef y cómo ayudar a que esa brecha y esa desigualdad social y tecnológica que afecta a los estudiantes pueda subsanarse?

Es importante comprender que la respuesta a la emergencia desde el sector educativo debe basarse en una estrategia que contemple tres componentes fundamentales para lograr la inclusión y no solo se basa en el uso o no de una plataforma tecnológica. A continuación, se detallan los tres aspectos a considerar:

a) Disponibilidad, es decir que el país cuente con la normativa que adopte y valide la educación en emergencia, que cuente con un currículo priorizado conforme al contexto del país y que los materiales que se pongan a disposición estén acordes a esta priorización de competencias por nivel educativo.

b) El acceso, está relacionado con las adecuaciones de infraestructuras que permitan el retorno seguro a clases, que el cuerpo docente cuente con el entrenamiento o capacitación que le permita brindar el proceso de enseñanza a través de diferentes modalidades educativas. Que se disponga de diferentes medios o canales de distribución de los materiales y que exista una comunicación permanente y abierta entre toda la comunidad educativa.

c) El uso, implica que se cuente con diferentes metodologías y modalidades de enseñanza que respondan a las necesidades de cada contexto. Que los materiales estén contextualizados y respondan al currículo priorizado, que el aprendizaje cuente con el acompañamiento docente, bien sea virtual o presencial y que el sistema de evaluación tenga un enfoque integral.

Ahora bien, para erradicar la desigualdad es necesario generar una política educativa a largo plazo con inversión acorde a los resultados esperados y a las necesidades de los niños, niñas y adolescentes. En la actual situación, se puede avanzar en este terreno y de manera paralela, recomendamos que se asegure la continuidad de los aprendizajes adaptados a las necesidades actuales, con énfasis en garantizar el bienestar y seguridad de los niños y niñas. Además de las recomendaciones dadas anteriormente, sugerimos:

Ahora bien, como lo hemos dicho anteriormente la educación es responsabilidad de toda la sociedad, incluidos los gobiernos y el sector privado de manera que se pueda alcanzar el logro del ODS. En este sentido, las empresas del sector privado pueden y deben hacer su mayor esfuerzo para contribuir a disminuir la desigualdad en el corto y mediano plazo:

a) Proporcionando empleo digno que apoye a los empleados, hombres y mujeres, en su papel de padres y cuidadores. Más allá del cumplimiento de la legislación nacional al respecto, se hace necesario implementar políticas favorables a la familia y condiciones de bienestar como: salarios adecuados, licencias y permisos parentales, flexibilidad de horarios y lugar de trabajo, así como ayudas para facilitar el acceso a educación de buena calidad para sus dependientes.

b) Reforzando los programas de impacto en la comunidad y llevando a cabo programas estratégicos de inversión social dirigidos a la infancia, en cooperación con el gobierno y la sociedad civil, enfocados en educación, cierre de brechas tecnológicas, desarrollo de competencias y oportunidades de formación para el mercado laboral.

c) Finalmente, como se establece en los Derechos del Niño y Principios Empresariales, todas las empresas deben ayudar a proteger a los niños afectados por situaciones de emergencia. En este sentido, el compromiso corporativo incluye promover los derechos de la niñez afectada mediante la concienciación de los trabajadores y miembros de la comunidad sobre el incremento de los riesgos para los niños durante la pandemia, y que estos pueden afectar a los diferentes grupos de manera distinta según su vulnerabilidad; así cómo, cuando sea requerido, apoyar a las autoridades y otras organizaciones en las respuestas a la emergencia utilizando su experiencia, buenas prácticas y capacidades.

¿Mirando en perspectiva qué riesgos corre la región y el país en cuanto a que todo esto pueda afectar la capacitación del recurso humano para el trabajo?

Como ha planteado Unicef en su reciente publicación ¿Cómo evitar que la crisis del Covid-19 se convierta en una crisis de los derechos de los niños, niñas y adolescentes? Un llamado a la acción por la niñez en Panamá, a pesar de los esfuerzos, uno de los mayores riesgos para la niñez por el cierre escolar prolongado es que se genere un potencial aumento de las tasas de abandono escolar una vez que las escuelas vuelvan a abrir.

Se estima que en Panamá, el 17% de los jóvenes entre 15 y 24 años (unas 120 mil personas) no estudia ni genera ingresos; el 50% de ellos son amas de casa, el 32% está desempleado y el 15% está inactivo por otras causas. Todas estas cifras podrían exacerbarse dado que experiencias anteriores a nivel global han mostrado que los niños y adolescentes que han estado por fuera de la escuela por extensos períodos de tiempo tienen menores probabilidades de regresar cuando los salones de clase vuelven a abrir.

La exclusión educativa puede incrementar con la crisis por la pandemia, teniendo consecuencias directas y graves en la sociedad y la economía porque el mercado laboral no tendría suficiente oferta de los recursos humanos necesarios para el desarrollo del país, tanto para las empresas como para el servicio público. La capacidad institucional ha sido el mayor reto de Panamá y la desigualdad en la educación agravaría este problema. Unicef y el Banco Mundial trabajamos juntos en el Proyecto Capital Humano para promover la educación, las habilidades y la capacitación de los jóvenes en Panamá. El país ocupó el puesto 90 entre 157 países en el Índice del Capital Humano de 2018.

¿Con la prevalencia de más automatización de los procesos, cómo abordar la capacitación del mercado laboral y su educación?

La formación de capital humano comprende no sólo conocimientos técnicos sino también las habilidades y la salud que las personas requieren acumular a lo largo de su vida para desarrollar su potencial como miembros productivos de la sociedad. Esto permite cerrar brechas y crear sociedades más equitativas.

Así, aun cuando exista cada vez mayor automatización, sigue siendo imperativo invertir en capital humano para contar con una fuerza laboral preparada para los empleos actuales y futuros.

Esto implica la modernización del sistema educativo, labor en la que el sector empresarial puede contribuir, especialmente en lo referente a educación técnica y creación de habilidades blandas. Las empresas pueden tener un rol estratégico en la construcción de políticas educativas. El ODS 17 plantea la importancia de promover alianzas eficaces en las esferas público- privadas y de la sociedad civil y la formación de capacidades para el ingreso futuro al mercado laboral de niños y adolescentes, una vez cumplida la edad pertinente, es un asunto en el que el sector empresarial puede aportar.

¿En el escenario de que se dure más de dos años en esta situación en la que el distanciamiento social prevalecerá y la educación virtual será una herramienta, qué análisis hace la Unicef sobre esa calidad de la educación que se brindará y qué impacto tendrá en la formación para el trabajo?

El Ministerio de Educación, en conjunto con la AIG, está desarrollando una plataforma institucional para la enseñanza virtual, la plataforma ESTER. Esto constituye un gran avance en cuanto a la implementación de la enseñanza virtual, sin embargo, trae sus desafíos, siendo los más notables la infraestructura tecnológica (conectividad y equipo tecnológico) con las que cuentan docentes y estudiantes, y la preparación del personal docente para enseñar en modalidad virtual.  La calidad de la educación que se brinde en los próximos dos años dependerá de la modalidad que se utilice, de los contenidos que se aborden y del acompañamiento pedagógico que el docente brinde a sus estudiantes.

Es difícil imaginarse un escenario donde esta situación se prolongue por dos años, y hay muchas preguntas que no tienen respuesta en este momento. Sin embargo, si esta situación se prolongara en el tiempo, sería necesario repensar ciertos modelos para lograr el equilibrio entre los cuidados, el trabajo y la educación; y se requeriría pensar en impulsar políticas amigables con la familia que estuviesen orientadas a la conciliación de la vida familiar y laboral.

En cuanto al impacto en la formación para el trabajo, se presentan grandes retos, especialmente en el área técnica, en las que el estudiante desarrolla sus habilidades a través del uso de herramientas físicas. La educación virtual permitiría el desarrollo de conocimientos teóricos y técnicos al igual que el desarrollo de habilidades a través de simulaciones avanzadas, mas no reemplazaría las habilidades que se desarrollan en la modalidad presencial. Una alternativa que se podría brindar es implementar la modalidad semipresencial, en la que el estudiante desarrolle conocimientos teóricos y técnicos a través de la modalidad virtual, y atienda al centro educativo a desarrollar habilidades técnicas.

¿Cómo capacitar a los jóvenes en herramientas tecnológicas y para el trabajo del futuro?

La capacitación en el uso de herramientas tecnológicas es fundamental para el presente en la nueva normalidad y el futuro, y se debe realizar de manera integral a través de experiencias de aprendizaje auténticas, como el desarrollo de proyectos y resolución de problemas con tecnología, que modelen las necesidades del entorno laboral interconectado y globalizado. Para este fin, se requiere de los jóvenes utilicen la tecnología no sólo como un medio para obtener información, sino para desarrollar la creatividad, el pensamiento crítico y habilidades para la comunicación y colaboración que les permitan liderar cambios significativos en su entorno y en el mundo. Lograrlo no solo depende del acceso a tecnologías sino del apoyo de un tutor o docente que guíe a los jóvenes en este proceso.