Israel también se llama Silicon Wadi

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Con 22 mil 135 kilómetros cuadrados y 8.7 millones de habitantes, Israel ocupa la posición número 11 en el Índice Global de Innovación 2018, solo superado por dos puñados de naciones con una larga historia de desarrollo, como Estados Unidos, Suiza y Alemania.

El país de la tierra santa para judíos, cristianos y musulmanes computa 6 mil 600 empresas emergentes o startups, y se lo considera como el lugar con la mayor densidad de este tipo del mundo. Se le suele llamar el Silicon Wadi, por ser el segundo lugar en innovación de productos y desarrollos de alta tecnología, después de Silicon Valley, California.

Allá, en Oriente Medio, por ejemplo, en 2008 los ingenieros israelíes Uri Levine, Ehud Shabtai y Amir Shinar desarrollaron una aplicación de mapas, navegación y tráfico que permite a miles de conductores ahorrar tiempo y dinero al contar con información en tiempo real del estado de las vías.

Waze, como se le conoce a esta popular herramienta, fue comprada en 2011 por el gigante tecnológico Google por la suma de 966 millones de dólares.

Obra el milagro

¿Cómo fue posible que esa franja de tierra en medio del desierto, que representa menos de una tercera parte del tamaño de la República de Panamá, sin petróleo y rodeada por poderosos adversarios, logró convertirse en una nación startup?

Desde sus oficinas en ciudad de Tel Aviv, Eduardo Slotnik, directivo de la

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empresa Taranis, una sofisticada plataforma de información que monitorea grandes extensiones de cultivos agrícolas a través de fotografías de alta resolución, ofrece una explicación: un ecosistema balanceado en el que todos cumplen su papel.

Eso significa conseguir los fondos de inversión de alto riesgo, que obviamente apuestan a ganar dinero. Hacerse de los mejores talentos de universidades o centros de enseñanza para desarrollar las ideas. Una estrecha vinculación del sector empresarial con el mundo científico. Y funcionarios estatales que ayudan de manera decidida a los emprendedores.

Taranis, por ejemplo, fue creada en 2015 en un garaje por Ofir Schlam, Assaf Horowitz, Eli Bukchin y Ayal Karmi, cuatro chicos que habían estado en la Unidad 8200 del área de inteligencia artificial de las Fuerzas de Defensa de Israel (FDI), donde los jóvenes mayores de 18 años están obligados a cumplir con el servicio militar (dos años las mujeres y tres los hombres).

Esa interacción de los jóvenes de diferentes partes del país, agrega Slotnik, combinada con la necesidad de aprender y enfrentar problemas juntos, contribuye de manera significativa a encontrar soluciones que más tarde pueden derivar en una idea de negocios. Sin temor a fracasar porque, incluso, fallar en el primer o segundo intento forma parte del aprendizaje para avanzar.

Solo en 2018, en el área de inteligencia artificial, Israel contaba ya con mil 150 compañías (el 17% de las startups), según un reciente informe de la organización sin fines de lucro StartUp Nation Central, que analiza tendencias de alta tecnología.

Dentro de toda la gama de empresas innovadoras destaca Water–gen, que ha desarrollado una máquina que literalmente saca agua del aire, lo que puede significar una solución rápida y a bajos costos para millones de personas en el mundo que no tienen acceso a agua potable o sufren escasez.

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Michael Rutman, vicepresidente de mercadeo y ventas, explicó que la compañía fundada en 2009 con base en Tel Aviv tiene disponibles máquinas con capacidad para generar hasta 6 mil litros de agua por día. Está basada en la tecnología Genius que, según la empresa, permite producir hasta cinco veces más agua por kilovatio que cualquier otra tecnología disponible en el mercado.

En la azotea del edificio de la sede de la compañía en Tel Aviv, Rutman mostró el funcionamiento de la máquina a un grupo de seis comunicadores panameños que visitó la planta. Es como cualquier agua embotellada: incolora, inodora e insípida. Todo un mundo de posibilidades, tanto para quienes luchan contra la falta de agua en los lugares más remotos del mundo, como para quienes desean invertir su dinero.

Indudablemente, la innovación en este país, que desde su nacimiento como Estado hace 71 años (1948) está en guerra, ha sido un factor clave para el éxito. Sus líderes lo han tenido muy claro. En un reciente libro autobiográfico titulado Soñar sin límites, el desaparecido ex primer ministro Shimon Peres dice que la respuesta del por qué Israel es hoy una nación emprendedora implica una paradoja: “no tener nada fue nuestro reto y nuestra mayor suerte. Sin recursos naturales, solo podíamos recurrir a nuestra creatividad”.

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